Realmente nada es más valioso que la experiencia personal de vida de alguien. El sufrimiento de uno puede salvar del sufrimiento a otro. «El necio aprende de sus errores, el sabio aprende de los errores de los demás.»

Este es el testimonio de una chica que creyó encontrar el camino a la felicidad, y terminó llegando a un infierno en vida:

Mi propio camino

Empecé a tratar con gente de un entorno muy diferente al que conocía, esta gente parecía ofrecerme un mundo de pura “felicidad”, con todo lo que yo quisiera, pero nunca me advirtieron de las consecuencias. Por querer agradarles y formar parte de su grupo decidí conocer este “nuevo mundo” y así fue como sin notarlo empecé a autodestruirme. Comencé fumando cigarrillos y tomando alcohol antes de entrar a clases diariamente. Después fue peor, aparecieron las drogas en mi vida, que me llevaron a experimentar un aparente «mundo de felicidad». Como lo veía fascinante, no hacía nada sin que la droga estuviera presente. Primero fue lo “suave” (marihuana), pero después quise experimentar mas y así comencé de a poco con la cocaína, las pastillas y el popper.

Las consecuencias

A todo esto mi familia notó un gran cambio en mi forma de ser y de actuar. Me notaban perdida, desconcentrada, ida. Nunca se imaginaron la razón de mi cambio, y yo seguía en mi mundo fantástico. Recuerdo cuando me metía en las villas tratando de conseguir “mi pasaje a la felicidad” sin importarme los peligros que esto implica; entraba, compraba, consumía, y era «feliz.»

Pero como todas las cosas, esto me trajo serias consecuencias; problemas cardiacos, y mis seres queridos y amigos no querían estar cerca mío así que se alejaron. Recuerdo la tristeza y el desgaste de mi familia al ver como mutaba con el tiempo, y por más que trataron de hacerme reaccionar no pudieron, y cuando me quise dar cuenta, mi «mundo feliz» era el mismo infierno, y a Dios lo sentía demasiado lejos.

El rescate

Un día me vino a visitar un muy buen amigo (Germán), que al verme tan dejada me dijo: “No me gusta verte así, me hace mal verte tan desecha, antes te miraba y eras una chica feliz, llena de alegría ¿Qué fue lo que te paso, amiga? ¡Reacciona! Volve a ser como eras antes de toda esta porquería” (recuerdo cada palabra como si hubiera sido ayer) y lloró, al ver que no tenia reacción ante lo que me decía. Me dejo una carta y se fue.

Esa noche recordé cada palabra que me dijo y leí la carta, que hablaba de cómo se sentían todos al verme tan mal, de cómo les dolía. Sentí un escalofrio en todo el cuerpo y llore pidiéndoles perdón a todos los que había lastimado. Me arrodille y clame a Dios que volviera a tomarme de la mano, que quería cambiar ese presente que estaba viviendo. En ese momento sentí que Dios me respondía: “No llores mas, ya todo paso, hija te amo y siempre estoy con vos”. Esa noche me sentí viva otra vez.

Al poco tiempo todas las cosas se fueron solucionando, y hoy con 21 años le doy gracias a Dios por haberme puesto a Germán en el camino (es mi mejor amigo) y por haberme sacado del pozo. Si bien estoy media pirada y todo, se que Dios está a mi lado con todo su amor y dándome las fuerzas para seguir adelante.

Es tu turno

Espero que mi historia de vida te ayude a vos ó a alguien que conocés que este en la situación que yo estuve, a buscar el cambio positivo para tu ó su vida. Si estás pasando por lo que yo alguna vez pase, te digo que ese «mundo feliz» que te ofrecen las drogas verdarderamente no existe, pero que si existe una salida para alejarte de esa trampa, y se llama Jesús.

Escrito por Lucas Randazzo