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Defensa personal psíquica 1: Protección contra reducción de status

Defensa personal psiquica: Foto por Charlein Gracia de Unsplash

Mucho conocemos acerca de las artes marciales. Los monjes budistas, pacíficos y dedicados a sus meditaciones, comenzaron a ser asaltados en los caminos por ladrones que se aprovechaban de su pasividad y naturaleza inocente. Fue entonces cuando los monjes comenzaron a desarrollar disciplinas de energía y movimiento para canalizar sus cuerpos en posiciones y técnicas de defensa personal. De esta forma se equilibro la balanza para evitar abusos.

En el mundo moderno, sin embargo, las dinámicas energéticas se presentan de muchas otras formas diversas, más allá del plano físico. Estoy hablando del plano emocional o, si se quiere verlo de así; espiritual. Muchas interacciones entre las personas se dan no en un plano material sino en un plano que va más allá de la física. Esto tiene que ver con la vida en sociedad, la psicología y la auto-percepción. La identidad personal. Todos estos aspectos están en una dinámica constante, en interacción con distintos principios individuales y colectivos.

La «defensa personal psíquica» puede considerarse como todos aquellos principios o técnicas que ayudan al individuo a prevenir ataques (voluntarios o involuntarios, concientes o inconcientes,) respecto a otros individuos o también respecto a principios generales que operan en el mundo. Muchos, si no la gran mayoría de los artículos de este blog pueden llegar a considerarse dentro de este espectro.

En virtud de este paradigma voy a comenzar una serie de artículos alrededor de esta temática. Vamos a considerar algunos temas básicos que a menudo se presentan popularmente en la dinámica cotidiana actual, para tener una noción general sobre como enfrentarlos.

Reducción de status (bullying, vampirismo energético)

El status es una característica natural y positiva del sistema de las cosas. Es lo que hace dar preferencia por uno u otro elemento según la circunstancia, y también conforma los «pasos» en una escalinata o sistema de progresión. Es natural considerar a alguien como superior o inferior respecto a distintos parámetros, sin realizar un juicio de valor sobre la persona. Ejemplos naturales y positivos pueden verse en las estructuras jerárquicas de las organizaciones, en la familia y también entre pares que reconocen con respeto a alguien más avanzado en algún aspecto en el que se aspira a progresar. El aspecto saludable del status es la competencia y la jerarquía. El aspecto desbalanceado y nocivo es la depredación.

El status como depredación es cuando alguien alimenta su sentido de superioridad mediante la desvaloración personal de un tercero. Esto puede darse en varias esferas. El caso más básico es el físico, donde un abuso de poder provoca que el agresor se sienta más poderoso y que el agredido se sienta reducido. Pero algo parecido puede darse en un plano psicológico o emocional. Una agresión verbal o desprestigio personal que aumenta el sentido de estima de alguien a expensas de ese tercero. Una distinción clara entre una situación de status negativa y una positiva es que la primera se produce con fines egoístas, mientras que la segunda se produce naturalmente e inspira a las personas a superarse dentro de un mismo grupo. En este sentido, alguien que gana status naturalmente no necesita tomarlo por la fuerza atacando a alguien más débil, sino que gana ese status por el reconocimiento voluntario de parte de sus pares en base a sus logros. En última instancia, quien gana status mediante el abuso físico o psicológico no es diferente que alguien que roba dinero en lugar de ganarlo; se convierte en un parásito del sistema en lugar de ayudar a construirlo.

Cuando varias personas se reunen a reducir verbalmente el estado de alguien que no esta presente de forma irónica y despectiva, también están participando en esta dinámica, alimentando sus egos y sentidos de valoración a expensas de la desvaloración de un tercero.

Como defenderse

Según el tipo de abuso existen distintos tipos de defensa. Si se trata de un abuso físico, tenemos la gracia de vivir en una era donde existen sistemas de protección contra este tipo de agresiones. Si se da entre niños, existen adultos que pueden evitar que eso suceda. Si se da entre adultos, el estado es un poder superior que debe garantizar la integridad personal individual mediante las fuerzas de seguridad (policia,) y los organismos legales y de justicia (leyes y jueces.) Debe considerarse también la reducción de riesgo para evitar exponerse a potenciales situaciones de agresión física, incluyendo alejarse de situaciones o personas que representen un posible peligro para la integridad personal.

Si se trata de un abuso psicológico o emocional, hay que entender que este puede darse en dos estratos diferentes:

  • De forma abierta y evidente
  • De forma solapada y oculta (conciente o inconcientemente)

Lo primero que se necesita es un sentido de valoración personal; si estamos dependiendo de la valoración de otra persona para sentirnos completos entonces estamos en déficit. La valoración personal no es más que amor propio; entender que somos valiosos y dignos más por el simple hecho de ser seres humanos, más allá de las opiniones correctas o incorrectas de terceros. El amor propio es un escudo que nos protege contra los intentos de desvaloración de otros. El amor propio es una creencia voluntaria sobre la cual tenemos poder de decisión. Yo decido reconocer la belleza y el valor en mi mismo, apreciarme y amarme.

La vulnerabilidad personal

Ante un tercero, es natural encontrarse en una situación de relativa vulnerabilidad, ya que la sensibilidad y vulnerabilidad muchas veces son factores necesarios para conectar con alguien. Hay quienes deciden ser más introvertidos o extrovertidos, pero en todo caso existe una comunicación directa y una exposición relativa de las emociones lo cual puede ubicarnos en una situación de riesgo. Es por eso que hay que ser selectivo respecto a quien le permitimos cercanía emocional y desarrollar cierto nivel de percepción acerca de las personalidades. Quienes están en el camino de reparación emocional personal muchas veces deciden tomar distancia de ciertas personas que sienten nocivas en algún nivel. Algunas veces cuando el abuso se produce de forma solapada u oculta; quizás no estamos directamente concientes de la relación parasítica pero en cierto nivel nuestro inconciente lo percibe y nos lo comunica de alguna forma, meditante sensaciones que no podemos explicar (no tener «piel» respecto a alguien, una mala sensación) o a veces mediante sueños.

El riesgo de caer en la dinámica de víctima/victimario

La dinámica victima/victimario
Cuando percibimos estas situaciones muchas veces existe el riesgo de caer en la dinámica de víctima/victimario; es normal (aunque no natural) asumir el arquetipo de víctima indefensa subyugada ante el villano poderoso. Lo irónico es que esta misma dinámica es la que posibilita el robo de energía personal. Al reconocernos indefensos, víctimas, estamos en el mismo acto rindiendo parte de nuestro poder personal y regalando esta responsabilidad al «victimario,» que se aprovecha de la misma para acrecentar su sentido de poder personal. Otra consecuencia es que esta dinámica genera una energía psíquica de conflicto, angustia y resentimiento. Debe evitarse a toda costa.

Aikido

¿Pero como enfrentar una situación de abuso sin caer en el paradigma de la víctima/victimario? Percibiendolo por fuera del campo emocional, objetiva e intelectualmente, no brindando un tinte dramático a las circunstancias (que es exactamente lo que busca el «villano») sino dando un paso al costado y dejando pasar el ataque en una especie de aikido emocional, reafirmando verbal o mentalmente nuestro sentido de valor personal, pero sin devolver el ataque. Se puede hacer notar o evidenciar a la otra persona lo que esta haciendo, pero debe mantenerse una posición de neutralidad para no enroscarse cada vez más en una guerra de palabras en la que las partes solo buscan reducir a la otra persona. En este movimiento transversal, si se le hace ver al agresor lo que esta haciendo, es muy posible que termine cayendo por el peso de su propio ataque. No se debe aprovechar esta situación para «patear al caído,» ya que esto puede jugarnos en contra.

Reducción de riesgo

No deberíamos adentrarnos en una guarida de lobos esperando camaradería. No deberíamos caminar en un barrio peligroso agitando billetes. Las mujeres no deberían caminar por lugares riesgosos con poca ropa. Nadie tiene derecho a agredirnos, pero reconocemos el factor salvaje que existe en el mundo y prevenimos caer en estas situaciones con una medida de prudencia. Es la cualidad de incautos e ingenuos el pensar que no existe el peligro. Ojala vivieramos en una sociedad utópica y perfecta, pero hasta que evolucionemos un poco más como especie, hay que ser precavidos. No confiemos ciegamente en cualquiera que recién conocemos. Desarrollemos un sentido de intuición respecto al carácter de la gente. Aún así podemos equivocarnos, y es por eso que en nuestro núcleo debemos ser fuertes en el sentido de amor propio y valoración personal.

Saber reconocer los aspectos a mejorar

Progreso personal

Si bien existen quienes buscan agredir por motivos egoístas, para sentirse superiores, hay que reconocer que también existen situaciones ante las cuales nos sentimos sensibles pero que tienen cierto fundamento que podemos utilizar a nuestro favor. Nadie es perfecto y siempre existe lugar para mejorar. Quizás recibimos un comentario directo o indirecto que nos hace pensar acerca de un aspecto de nosotros con el cual no estamos del todo conformes. Hay que revisar con tiempo si este comentario tiene algún fundamento real a considerar o si simplemente es una observación erronea de un tercero, sin tomarlo como un ataque personal. Que tengamos aspectos para mejorar no nos hace menos valiosos. Ante todo esto siempre volvemos al amor propio como base y sobre eso construímos y desarrollamos lo que reconocemos como un posible potencial para amarnos aún más. En ese sentido a veces un poco de vulnerabilidad es una herramienta para poder escalar positivamente la jerarquía de status personal; nos movemos desde donde estamos hacia un lugar mejor.

En futuros artículos intentaremos abordar otras facetas de la «Defensa personal psíquica» para abarcar otros aspectos de la integridad personal espiritual. Mientras tanto, medita en tí mismo y enamorate. Descubre tu propia belleza y valorate a tí mismo, sin que nadie pueda hacerte sentir menos.

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